La campaña en contra de un grupo de científicos y personal administrativo de Conacyt por parte de la Fiscalía General de la República (FGR) pareciera ser un clavo más en el ataúd con el que la llamada 4T quiere sepultar el probable respaldo de las clases medias.
Más allá de los detalles jurídicos del caso, que no son el objeto de este análisis, la narrativa que se ha construido por parte de la autoridad está claramente planteada.
Se trata de un grupo de ‘aspiracionistas’ abusivos que se confabularon para apropiarse de los recursos públicos asignados al Conacyt para beneficio propio.
Difícilmente puede entenderse esta historia sin tener como telón de fondo la visión del presidente López Obrador respecto a las clases medias, de las que los académicos y científicos forman una parte esencial.
Dice el presidente en su libro "A la Mitad del Camino" lo siguiente:
"La degradación de las clases medias se agudizó en nuestro país a lo largo del periodo neoliberal. En estos últimos tiempos, el individualismo se extendió como forma de vida, y aunque no pudo eclipsarlo todo, sí dañó la gran reserva de valores culturales, morales y espirituales, que ha sido heredada de nuestras civilizaciones ancestrales y que han conservado nuestras familias y pueblos a través de los siglos”.
Y, en la misma dirección, en octubre del año pasado, la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, señaló: “en el sistema capitalista neoliberal globalizado, las corporaciones usan a los científicos y su ciencia, nuestra ciencia, y dictan qué se investiga y qué no, además de cómo legitimar sus negocios. Esto es a lo que llamo avances de la hidra disfrazada de ciencia”.
Estas visiones no han sido solo discursivas, sino que se han expresado en recortes presupuestales y, más recientemente, en la denuncia penal en contra del Foro Consultivo Científico y Tecnólogico, un órgano que por ley es asesor del Conacyt, de quien debe recibir recursos.
Ante ese hecho, que no gustó a la actual administración, no vino una propuesta para reformar la ley sino una denuncia que luego fue traducida en una acusación de lavado de dinero y delincuencia organizada por parte de la FGR.
Este patrón de comportamiento no es nuevo. Viene casi desde el inicio de la actual administración.
Por ello, una respuesta de una parte importante de las clases medias fue el cambio del sentido de su voto.
De acuerdo con la encuesta de salida realizada por El Financiero en las elecciones en 2018, López Obrador recibió el respaldo del 48 por ciento de los votantes con escolaridad universitaria, mientras que en 2021, también según la encuesta de salida, Morena y sus aliados obtuvieron el 33 por ciento. Es decir, hubo una pérdida de 15 puntos porcentuales en el voto universitario.
Es probable que las acciones recientes erosionen aún más el respaldo de las clases medias a la 4T.
Sin embargo, la condena reiterada del presidente, que ya ha pasado de las declaraciones de las mañaneras a poner su visión en blanco y negro en su libro, parece establecer una declarada ruptura entre el gobierno y las clases medias.
En esta dirección, es muy probable que episodios como el que hoy presenciamos con relación al Conacyt, se repitan en otros ámbitos.
La estrategia de AMLO para construir adeptos pareciera estar dirigida a satisfacer a su clientela más fiel.
Se piensa que su respaldo no estará sujeto a los resultados, como ocurrió con el de los universitarios, sino que será fiel y firme.
Por lo pronto, suponen en la 4T que con ese apoyo será suficiente para ganar la elección presidencial y tener mayoría en el Congreso en 2024.
Seguiremos con este análisis.