No cambian. Así son. Esperar algo diferente no tiene sentido. El PRI es el PRI tal y como lo conocemos. Por más ilusiones que se haga el electorado de que van a ser distintos, que ahora sí aprendieron, que ahora sí escucharon las demandas del voto ciudadano. Nada. Son lo que son y no van a cambiar. Y, además, ¿para qué van a cambiar si así se acoplan a lo que sea necesario, sin pudor y sin conflicto de ningún tipo?
Las señales, los hechos, son inequívocos: la alianza opositora terminó al día siguiente de las elecciones. Poco después el presidente del PRI declaró que estaban listos para negociar con López Obrador. Algunos respingaron ante la actitud obsequiosa y arrastrada del líder priista, pero en el fondo se sabe que será el PRI quien sea el aliado natural del Presidente. Y, por supuesto, eso lo sabe López Obrador. Sabe cómo son, qué les gusta, qué los mueve. No en balde él fue priista por décadas.
Otra de las señales claras de que no habrá cambio alguno en las maneras del priismo es el nombramiento del coordinador de los diputados priistas en San Lázaro. Tal honor correspondió a Rubén Moreira, exgobernador de Coahuila, hombre oscuro, casi tenebroso que protagonizó un pleito con otro exgobernador del estado: su hermano Humberto. Las acusaciones llegaron a niveles de pavor. Pero no hay acusación que no resista un priista. Son de teflón. Incluso en su familia.
Las notas periodísticas dicen que Rubén Moreira fue elegido por sus compañeros diputados. Uno puede imaginar la reunión de la elección. Una vez que se les notifica a los priistas que no pueden entrar armados a la junta y que dejan las pistolas, ametralladoras y granadas en la recepción, los flamantes legisladores hacen la entrada. Para elegir al coordinador se ve entrar a Rubén, a la esposa de Rubén, al sobrino de Rubén, al exempleado de Rubén. Un evento a todas luces plural y democrático. Los flamantes legisladores del tricolor eligieron a un hombre que tendrá la entereza de ver por el país y no nada más por cuestiones de grupo.
Moreira es un hombre de recias convicciones, capaz de hacer lo que sea por que triunfe el bien y la justicia. Como cuando era diputado y se tomó fotos del brazo de Julio César Godoy. La señal era clara, él defendería al diputado Godoy de cualquier injusticia política que se le hiciera. Acusado de servir a un narcotraficante, con la exhibición de llamadas telefónicas entre Godoy y el criminal, el defendido político de Moreira se fugó ese día para nunca jamás volver a aparecer. Gran aportación de don Rubén.
Desde antes de las elecciones, algunos de los críticos de la alianza opositora decían que no importaba si el Presidente no ganaba la mayoría, que terminaría gobernando con el PRI. Por eso tampoco resultó extraño que el propio AMLO fuera quien anunciara que para gobernar pues solamente necesitaría algunos diputados del PRI, ni siquiera a todos.
Esperar cosas nuevas del PRI no tiene caso. Cuando se hizo con Peña y su gobierno, el resultado es que todo mundo se enojó y llegó López Obrador. Lo que viene es lo de siempre. Los otros conformantes de la alianza deberán pensar muy bien qué es lo que quieren para el futuro. Si tienen a Rubén Moreira en la mesa terminarán jugando ruleta rusa.