Salvador Camarena: El poder y el control

AMLO es un presidente poderoso, pero tiene un gabinete que se destaca por la sumisión antes que por la eficiencia
AMLO es un presidente poderoso, pero tiene un gabinete que se destaca por la sumisión antes que por la eficiencia
El mandatario.AMLO es un presidente poderoso, pero tiene un gabinete que se destaca por la sumisión antes que por la eficiencia
Presidencia
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Salvador Camarena
Periodista
2021-10-18 |06:56 Hrs.Actualización06:56 Hrs.

Circula el libro de memorias del abogado Javier Coello Trejo. Se trata, en parte, de un exaltado, no necesariamente convincente, alegato a favor de un sistema de justicia que “funcionaba” gracias a que algunos –donde obviamente nuestro autor destaca– le echaban muchos “güevos”, palabra multicitada.

Ojalá hubiera más libros como éste. A pesar de ser una versión interesada, abre ventanas a pasajes de la política y la procuración de la justicia mexicana que, lejos de lo que busca hacernos creer el autor, no ha cambiado mucho o en lo sustancial.

Las memorias de Coello Trejo son además oportunas. La carrera presidencial en Morena está a todo lo que da y eso que faltan tres años para que Andrés Manuel López Obrador se vaya. Y aunque no es un libro enfocado en la grilla, sí deja ver el desbarajuste por intrigas y egos en los gabinetes.

Reitero: estamos sólo frente a una versión más sobre cómo opera el poder político nacional, para nada definitiva o concluyente, y enfocada en los tiempos en que Coello Trejo fue funcionario, tareas que concluyeron hace exactamente 30 años. Es un punto de vista y sólo el autor sabe cuánto aderezó sus tacos.

Este relato tiene la virtud agregada de que puede ayudar a desmenuzar los tiempos de AMLO. No sólo porque el actual inquilino de Palacio se identifica con las presidencias de los 60 y los 70, en las que Coello comenzó a tener roce con la política.

Es útil, por ejemplo, para recordar que la acción de gobierno, incluso de aquéllos vistos como muy eficaces –Salinas–, está sujeta sin remedio a las veleidades y ambiciones del entorno presidencial. Y en la segunda parte del sexenio eso tiende a exacerbarse, lo cual, por supuesto, aumenta los riesgos de lo que se hace, o se deja de hacer, desde el poder.

Otro conocedor de la política mexicana, que también ha lidiado con primeros mandatarios, cuenta en privado que hay una dinámica sexenal que siempre ocurre.

Según este observador, en los tres años iniciales un presidente de México tiene tanto el poder como el control. Pasadas las elecciones intermedias, retiene el poder, pero va perdiendo, más o menos rápido, el control, que en este caso debe ser traducido como la capacidad de que las cosas ocurran conforme a su designio.

Andrés Manuel es un presidente poderoso, ni quién lo dude. Eso no va a cambiar. Pero al tener un gabinete donde se destaca por la sumisión antes que por la eficiencia, las cosas tenderán a seguirse deteriorando, pues ese poder no se ha empleado en diseñar, desde la administración, dinámicas virtuosas que generen progreso económico, justicia o bienestar en términos de salud, por ejemplo, para los mexicanos.

Si a eso le sumamos la sucesión adelantada con sus inevitables descontones entre los equipos de las corcholatas, toca leer pasajes como los de Coello para tener claro que la marcha de este gobierno, poderoso como es, está destinada a salirse pronto de control.

Ésta, por supuesto, no es una recomendación literaria para el fin de semana ni nada parecido. El tema no es trivial. Su lectura funcionaría como recordatorio de que es precisamente en ese ámbito de demasiado poder y escaso control donde nuestros presidentes han cometido los peores desatinos. Y así nos ha ido.

Ojalá Coello Trejo le siga y publique anécdotas de lo que ha visto en los otros 30 años, como litigante privado: que nos cuente más pasajes sobre cómo se entremezclan justicia y política. Sobre el poder en exceso, y los estragos que provoca la falta de control.