Andrés Manuel López Obrador no podía ocultar su felicidad el lunes. Ni él ni sus acompañantes en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles tuvieron comedimiento o mesura con respecto a la inauguración de esa obra. “¡Sí se pudo!”, era el grito en la ceremonia.
Y así como eso se pudo, en el plazo y costo prometido por el Presidente, ahora éste quiere que la revocación de mandato también sea un éxito. Porque el 10 de abril su objetivo no es sólo fijar un precedente ni inaugurar un mecanismo de democracia participativa. Eso está bien, pero lo que él desea es el siguiente éxito para su movimiento.
En la lógica lopezobradorista no estamos en un gobierno, sino en una revolución. Y las batallas de la misma se dan en varias etapas. Y aunque reconoce que el destino, la naturaleza, el Creador o la fortuna también juegan y pueden interferir, el Presidente ha diseñado que el siguiente triunfo sea la revocación.
Así que quien esté descontando que, por la necedad misma de Morena, que no dio el dinero suficiente al INE para la revocación de mandato, ésta saldrá mal, deslucida o significará un tropiezo para el Presidente, pues no está calculando bien o de nueva cuenta subestima a López Obrador.
Las cuentas del Presidente sobre los votos que podrían darse el 10 de abril parten del escenario de 2018. Según algunas versiones, AMLO pidió a principios de mes a las y los gobernadores de su movimiento que fueran por los votos que él mismo cosechó en sus entidades en la elección presidencial.
De esa forma, el piso mínimo pretendido en sólo la mitad del país sería de alrededor de 16.7 millones de votos, que fue lo que, según conteos distritales del Instituto Nacional Electoral, tuvo López Obrador en 2018 en los 17 estados que hoy su partido gobierna (incluido San Luis Potosí, al fin ya hemos visto que ese gobernador –es un decir–se sube a cuanto manifiesto de adhesión publican los mandatarios guindas).
Las versiones recogidas sobre la instrucción presidencial difieren un poco. Una de ellas señala que Andrés Manuel planteó a sus mandatarios esa ambiciosa meta a pesar de que habrá aproximadamente un tercio de casillas de las que hubo en la elección de hace tres años. Esa versión señala que el tabasqueño fue explícito en señalar que tal escollo no es pretexto para no buscar el resultado de 2018.
La otra versión al respecto de esa petición es más moderada, con un Presidente que manifestó tener conciencia de que ha habido desgaste, que 2021 ya mostró que se han perdido apoyos para el movimiento, y que, si bien se habló de los números de su triunfo, fueron en referencia a que hay que ir por tantos de ésos como se pueda.
Veremos qué cuentas dan las y los gobernadores, que serán medidos entre ellos y con respecto a 2018: por ejemplo, en Baja California, en la presidencial AMLO sacó 918,939 votos, mientras que en la renovación estatal de gubernatura Marina del Pilar apenas si rondó los 550 mil. ¿Será que Cuitláhuac García podrá alcanzar los 2 millones de votos presidenciales de Andrés Manuel en Veracruz? ¿O Claudia Sheinbaum los 3 millones o Miguel Barbosa el millón 700 mil?
Impensable que López Obrador quiera repetir los históricos 30 millones de su elección. Pero también descartado que permitirá que en el ejercicio revocatorio, o ratificatorio, Morena no se emplee a fondo.
A ver cuánto le responde la maquinaria a su líder. Y a ver si gobernadores de otros “priartidos” no se ponen guapos también.
