En torno al actuar de Andrés Manuel López Obrador, hay una buena y una mala noticia, y como es clásico ambas provienen de la misma raíz.
La buena es que el tabasqueño ha logrado, según adelantó ayer, un nuevo acuerdo con concesionarios de mantenimiento de carreteras y, por tanto, el gobierno recibirá fondos extraordinarios.
La mala es que la capacidad que él tiene para encontrar dinero no se corresponde con una planeación y/o ejecución que logre, al utilizar tales fondos, que estos reditúen los mayores beneficios posibles.
Desde octubre AMLO anunció que su administración revisaría contratos entregados por Enrique Peña Nieto para mantenimiento de carreteras que le costaban al erario 15 mil millones de pesos. Ayer informó que al respecto habrá un ahorro de mil millones de pesos anuales.
La elección de 2018 incluyó el mandato de revisar las concesiones o los negocios que se hubieran entregado a particulares y donde se presumía, o se sabía, que las condiciones eran ventajosas para los privados y onerosas para el Estado. Y así ha ocurrido.
Por ejemplo, Pemex renegoció los términos de sus obligaciones para dar al consorcio Braskem/Idesa, operadores de Etileno XXI, gas etano. Por esa negociación, según destacó Petróleos Mexicanos en marzo pasado, habrá un ahorro de más de 13 mil millones de pesos.
Antes se renegociaron los contratos de operadores de gasoductos con la Comisión Federal de Electricidad. Pero como se publicó entonces, el valor de lo que, a la larga, los concesionados recibirán será mayor de lo que originalmente habían pactado con el gobierno anterior. De cualquier manera, según se informó en 2021, la actual CFE ha ahorrado 6 mil 171 millones de dólares.
Y, por supuesto, el año pasado también se renegociaron las concesiones de ocho cárceles. En el nuevo acuerdo se habla de un ahorro de alrededor de 15% de las condiciones originales, equivalentes a casi 2 mil 400 millones de pesos anuales.
Cuestión aparte son los pagos que diversos consorcios han realizado al Servicio de Administración Tributaria. Sea porque más valía un mal arreglo que un buen pleito, quienes tenían pendientes con Lolita decidieron no litigar y pagaron cantidades multimillonarias.
Dados estos ejemplos cabe preguntarse si el gobierno no andará en las mismas con respecto a las empresas del sector eléctrico, a las que pretende cambiarles la ley de un plumazo constitucional. Aunque con algunas de esas compañías parece que no hay mucho margen para negociar, como ayer mismo ilustró el Presidente al hablar de Iberdrola: "Cuando me toca entrevistarme con el señor de Iberdrola, que le estoy planteando que debemos de buscar un acuerdo, me empieza a decir que todo está legal y legal y legal, y con una arrogancia, comportándose con prepotencia, entendiendo que era lo mismo o pensando que era lo mismo. Le tuve que decir con todo respeto: ‘Oiga, ustedes nos han ofendido, nos han ofendido mucho, como nación, como pueblo’”.
En fin. AMLO es bueno para forzar la mano de quien o le debía al gobierno o había recibido ventajosas concesiones; pero de qué sirven tales esfuerzos si esos fondos van para la CFE de Bartlett, o al barril sin fondo que es Pemex, o si no se reflejan en atención médica.
Con el ahorro del mantenimiento en carreteras se construirán caminos en la región de la Montaña de Guerrero. Eso es bueno. Pero no será suficiente si luego los de esas poblaciones toman esas vías para llegar a hospitales que no tienen equipo ni medicinas porque éste es el gobierno del desabasto.
La paradoja de Andrés Manuel, el buen recaudador pero mal administrador.