Promesa de salario rosa alienta a los corazones priistas

El priista durante un evento en Jilotepec
El priista durante un evento en Jilotepec
De gira.El priista durante un evento en Jilotepec
Twitter Alfredo del Mazo
Enrique I. Gómez
Corresponsal
2017-04-12 |19:55 Hrs.Actualización11:18 Hrs.


CREEMOS QUE IMPORTA POR...

Porque la esperanza muere al último

En el corazón de la tierra priista, Alicia Tiburcio Becerril y sus vecinas apuran el paso para inscribirse al salario rosa que hace unos minutos anunció el candidato Alfredo del Mazo Maza.

Jóvenes con playeras rosas portan formatos donde se anota el nombre de la posible beneficiaria, comunidad y número telefónico. Hasta ahí llegan Alicia y sus vecinas, dicen compartir una coincidencia: son viudas o sus esposos están enfermos. Recibir un salario les caería del cielo o de la estela de apoyos sociales que van prometiendo los priistas en esta campaña electoral.

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“Dijeron que ya no tenían hojas, ¿quién nos puede anotar?, somos 35 mujeres”, indica la mazahua, “su propuesta parece que está bien”.

Alicia y sus vecinas provienen de la comunidad La Mesa de Chosto, municipio de Atlacomulco. Visten la indumentaria tradicional de los mazahuas, hace unos minutos se formaron en fila para despedir a la camioneta del candidato, pero en cuanto salió Del Mazo las jóvenes de playera rosa también se fueron.
“Se va a estar ampliando, después hay más actividades”, dice apurada una de las jóvenes a quien su transporte la deja.

Esta es la tierra priista, tierra, que hasta la tumba se lleva.

Pablo Pascual Núñez, ex regidor, se acerca a su joven candidato y le dice al oído: “Yo llevé tres kilos de tierra del Señor del Huerto a donde se sepultó el señor Alfredo del Mazo Vélez”, le dice el también vecino de San Pedro del Rosal. El candidato sólo asiente y abraza al priista de 83 años.

El Señor del Huerto es un santo patrono de Atlacomulco, su fiesta es en septiembre, la veneración es tal, que cuando falleció el ex gobernador mexiquense le llevaron la tierra para que no olvidará su terruño, el lugar donde nació. Tradición que también se siguió con Isidro Fabela, explica Don Pablo.

Sobre el tezontle de la unidad deportiva Plaza Roja, del municipio de Atlacomulco, comienza el mitin del candidato de la coalición PRI-PVEM-Nueva Alianza-Encuentro social al gobierno estatal.

“Bienvenido a esta tierra priista”, quien habla en el micrófono es David López, va en primero de secundaria y quiere ser político.

Aquí empezó todo. Hace tres cuartos de siglo, en 1942, llegaron los hombres del norte de la mano del gobernador Isidro Fabela, quien catapultó la carrera política de Alfredo del Mazo Vélez, su sucesor en 1945. Desde entonces los apellidos Del Mazo, Monroy, Alcántara, Montiel, Miranda, Cárdenas, Peña y Huitrón, entre otros, comunes en los municipios de esta región, también se repiten al interior del gobierno mexiquense.

“Esta querida tierra donde tengo mis raíces”, señala el candidato ante cientos de simpatizantes, principalmente mujeres que llegaron en camionetas de redilas y taxis colectivos.

“¡El priismo de Atlacomulco va a triunfar el próximo 4 de junio!”, exclama Del Mazo ante la ovación que se funde con el ruido de porras, matracas y trompetas. “¡Fuerte y con todo, fuerte y con todo!”, insiste en su tierra el sucesor de la dinastía.

Su discurso dura alrededor de 10 minutos, Del Mazo va directo al corazón de la necesidad económica. Promete terminar un hospital para la comunidad de Santiago, centros de salud siempre abiertos, programa de empleo para mujeres de más de 50 años y el salario rosa enfocado a amas de casa.

El escenario divide la atención de los priistas, en el centro habla el candidato, mientras adelante y atrás dos pantallas reproducen su imagen. En esas pantallas también se transmite un video donde él y su esposa Fernanda Castillo Cuevas platican cómo se conocieron y del proyecto político del descendiente de la familia Del Mazo.

“Nadie reconoce el trabajo que tienen las amas de casa”, dice en el video la esposa del candidato.

Aquí empezó todo. Y hoy sigue, Alicia Tiburcio finalmente no logró inscribirse para recibir el salario rosa, pero la promesa quedó a cambio del voto.
Del rebozo priista no solo cae el salario rosa. Otros jóvenes, estos vestidos con playeras rojas, reciben peticiones por escrito o verbales de todo, desde la construcción de un laboratorio de estudios médicos hasta la entrega de cemento o varilla.

- ¿Alguna referencia?, pregunta el joven de la playera roja a la mujer en turno que está solicitando un apoyo del candidato.
- Centro de Santo Domingo, dice la mujer.

- ¿Cuántos metros?, revira el joven.

Mientras el candidato se despide de sus simpatizantes, los rostros morenos, curtidos por el sol, con sombreros de paja o plástico, y algunas mujeres con niños a la espalda, esperan pacientemente confesar su petición ante estos jóvenes que de manera mecánica piden los datos y el apoyo solicitado.

“¿Tiene número de teléfono?, démelo, la señora me está pidiendo material de lámina, yo me voy a comunicar, porque ya no tengo formatos”, dice una joven de playera roja, quien en un papel escribe “Wendoline Chávez” y se los entrega a las mujeres que le hacen una petición, como muestra de que sí les marcará.

Sobre el tezontle rojo permanecen vendedores ambulantes y algunos jóvenes de playera roja recogiendo las últimas peticiones; el viento del norte levanta polvaredas que cubren a los priistas.  Aquí empezó todo hace tres cuartos de siglo. Y quiere continuar fuerte y con todo…