La pandemia se irá, aunque el virus no lo haga.
Christopher J L Murray, quien dirige el Instituto de Evaluación y Métricas de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, una de las referencias mundiales para observar las tendencias de la pandemia, publicó el pasado 19 de enero un artículo en The Lancet, titulado: ‘Covid-19 seguirá, pero el fin de la pandemia está cerca’.
La afirmación es polémica, pero resume muchos argumentos que desde hace varias semanas se han esgrimido respecto al futuro de la pandemia.
Los modelos del IHME señalan que antes de que termine marzo aproximadamente la mitad de la población mundial se habrá contagiado de la variante ómicron del SARS-CoV-2.
Entre otros factores, señala que las infecciones por ómicron son asintomáticas entre un 80 y 90 por ciento y aun el disparo de los casos positivos observados en las pruebas se queda muy corto respecto a la dimensión real de los contagios.
El hecho de que los síntomas generados por ómicron sean más leves que los producidos por otras variantes no quiere decir necesariamente que las hospitalizaciones bajen, pues es tan grande el número de contagiados que la cifra absoluta de demandantes de servicios hospitalarios puede crecer.
Aunque no llegaremos al nivel que se alcanzó el año pasado, el IHME estima que el pico de hospitalizaciones a nivel global se alcanzará en los primeros días de febrero con niveles de alrededor de 2.3 millones de personas.
Incluso, hay el riesgo de un aumento en el número total de fallecidos respecto a las cifras previas a diciembre, pues aunque la tasa de letalidad es mucho menor, se aplica a una cifra muchas veces mayor de contagiados. Las estimaciones del Instituto consideran que todavía podrían darse a nivel global alrededor de 240 mil muertes adicionales entre el momento actual y mayo.
Los modelos del IHME indican que en la mayor parte de los países, el pico de contagios vendrá entre el momento actual y la segunda semana de febrero.
Queda la interrogante de lo que pueda pasar con casos como los de China y Nueva Zelanda, que han aplicado políticas de “cero COVID” y donde quizás la ola podría extenderse por más tiempo.
No puede descartarse que en el futuro aparezcan variantes del SARS-CoV-2 que sean mucho más letales que ómicron. Sin embargo, la gran inmunización que se ha desarrollado por la combinación de la vacunación y los contagios de esta variante impedirá que las nuevas variantes se extiendan.
De acuerdo con Murray, el virus no va a desaparecer de la faz de la Tierra, pero lo más probable es que el COVID-19 se convierta en una afección respiratoria probablemente estacional que pueda ser abordada a través de vacunación y tratamientos, sin tener que llegar a las medidas extraordinarias que hemos aplicado en el mundo en los pasados dos años.
El investigador del IHME no sugiere que se utilice el ómicron como una especie de inmunizador. Hay que tratar de evitar los contagios, sobre todo entre la población vulnerable, pero dado el alcance que han tenido, de un modo u otro, en la práctica la variante está inmunizando a una gran cantidad de personas.
En el caso de México, el modelo estima que hemos llegado ya al pico de los contagios, pero habrá que esperar a mediados de febrero para regresar al nivel de contagios que teníamos a finales de noviembre.
Lo que es un hecho es que al paso de las semanas se van sumando argumentos que nos dejan ver que ahora sí ya podríamos estar cerca del fin de la pandemia.