Salvador Camarena: El sexenio del chisme

Alonso Ancira salió del Reclusorio Norte luego de acordar el pago de más de 216 millones de dólares
Alonso Ancira salió del Reclusorio Norte luego de acordar el pago de más de 216 millones de dólares
En abril del 2021.Alonso Ancira salió del Reclusorio Norte luego de acordar el pago de más de 216 millones de dólares
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2021-09-03 |07:24 Hrs.Actualización07:24 Hrs.

Este jueves Andrés Manuel López Obrador contó un chisme. No lo hizo en un pasillo, ni en una charla privada. Se lo dijo a la nación, si es a la nación a la que se dirige el Presidente en las mañaneras. Es el chisme del día en el sexenio del chisme. Una táctica de su estrategia para hacer que todos nos quedemos en eso, en la superficie, en la frivolidad, que ocupemos tiempo y recursos en lo que él quiere, no en lo que la ciudadanía requiere.

El chisme del día es que Alonso Ancira, empresario que ahora no quiere pagar ni lo que se comprometió a cubrir para que lo dejaran salir de la cárcel, le prestaba su avión a Rubén Moreira y a Manlio Fabio Beltrones. Priistas recibiendo favores de beneficiados de privatizaciones, quién lo hubiera dicho. Exacto, la primera cosa es a quién puede sorprender lo dicho ayer por AMLO. Empieza mal el chisme.

Mas el chisme funciona. Llega en tiempo real a las redes sociales y minutos después a los portales. Si lo dice el Presidente en la mañanera, pensarán algunos, será por algo y a darle a la tecla y al retuit. López Obrador puso a rodar el balón de la maledicencia al contar una cosa que, hombre, si uno lee en una columna de chismes está ok, pero si lo dice el titular del Ejecutivo, ¿está bien?

El Presidente está obligado no sólo a cumplir las leyes sino a hacerlas cumplir. En línea con esto último, si hay algo ilegal en la conducta de los señores Ancira-Moreira-Beltrones y el préstamo de un avión, el deber presidencial es hacer que se investigue. Si hubo ilegalidad pero ya prescribió, y AMLO quiere denunciar componendas o supuestas coaliciones del mal, pues entramos a un terreno pantanoso: ¿le toca al Presidente? Y, más importante, ¿es el chismorreo lo más valioso que puede hacer con su tiempo?  

Andrés Manuel cree que sí. Que el chisme es parte de las cosas importantes a las que se ha de dedicar este gobierno. Si no fuera así, no habría llenado la mañanera de seres (mal) disfrazados de periodistas, que le ayudan a darle vuelo al rumor, a las medias verdades, a las mentiras, a los acosos. A puro chisme, ataque y desinformación.

Así que mientras problemas reales como la alevosa e indignante cacería de inmigrantes continúa en Chiapas, el Presidente pone en la mañanera señuelos difíciles de evadir: tengo el dato de que Ancira les prestaba el avión, nos dice. Ante personajes de ese calibre, ¿al Presidente de la bandera anticorrupción sólo le alcanza para hacer una acusación mediática? ¿Y el “gran” delito es que les pichaba el avión y lo hacía pasar como viáticos? Si eso constituye evasión, habérselo imputado cuando lo tenían tras las rejas. Hoy ya pa' qué.

Si Ancira les vio la cara y ahora no saben cómo cobrarle, pues qué mal: haberlo pensado antes de malbaratar la libertad de ese que festejó habano en mano al salir del reclusorio.

Claro que el chisme cumple otra función además de distraer. El chisme como intimidación, como amenaza velada y no tan velada: ahora que negociemos iniciativas en San Lázaro, acuérdate Rubén que te sé cosas, que te pueden investigar los organismos del Estado para luego, de modo casual, embarrarte.

Un chisme presidencial como carambola de varias bandas: que la prensa no cuestione sobre las mentiras del informe, para que el tiempo se ocupe en este chiquiescándalo, para abonar al “no somos iguales”… E incluso así, tema bueno para el cotilleo, pero ¿bueno para la nación?