El Índice de Competitividad Internacional 2021, publicado hace dos semanas por el Imco, contiene la alarmante noticia de que México ha perdido cobertura en vacunación. Según ese ranking, la aplicación de vacunas contra el sarampión y la DTP (la triple: difteria, tétanos y tosferina) cayó ocho puntos con respecto al año anterior.
Lo revelado por el Instituto Mexicano para la Competitividad muestra que el gobierno desoyó la alerta emitida en julio de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) alertaron sobre una fuerte caída en la vacunación infantil. Entre los países señalados por esos organismos internacionales estaba México. Y hablaban de una caída en 2019.
"En 2019, casi 14 millones de niños no recibieron vacunas vitales, como la del sarampión y la DTP3. La mayoría de esos niños vive en África y es probable que no tengan acceso a otros servicios de salud. Dos tercios de ellos se concentran en 10 países de ingresos medios y bajos: Angola, Brasil, Etiopía, Filipinas, India, Indonesia, México, Nigeria, Pakistán y República Democrática del Congo. Los niños de los países de ingresos medios representan una parte cada vez mayor de la carga”, dice el comunicado de OMS/UNICEF.
Unos días antes de que el Imco publicara su reporte anual, el sitio Animal Político revelaba denuncias de trabajadores del sector salud sobre la escasez de vacuna del tétanos. Es decir, tenemos ahora indicios de que este problema lleva tres años.
La pandemia por el SARS-CoV-2 ha sido atroz en muchos sentidos para los mexicanos. Cuando esa calamidad irrumpió, el sistema de salud de México atravesaba la desorganización propia de algunos cambios decretados por el gobierno de López Obrador. ¿Cuánto de la falta de vacunación no covidiana se debe al aislamiento y/o saturación de servicios provocados por la emergencia, y cuánta es atribuible a fallos gubernamentales?
Al llegar al poder, Andrés Manuel López Obrador ordenó que se cambiara el esquema de compras de medicamentos del sector salud. Lo que era una buena idea –revisar si se podía quitar la corrupción y además obtener mejores precios– ha terminado en un desastre de abasto en donde hasta la ONU ha hecho quedar mal al gobierno de AMLO.
Es inevitable cuestionar si la pandemia no se ha convertido en el pretexto de moda para muchas deficiencias del sector público e incluso el privado.
Los sistemas públicos de salud han tenido las manos llenas con el reto de atender a los enfermos de Covid de las tres olas que han azotado durante la pandemia. Y ésta no ha concluido.
Sin embargo, el gobierno debe rendir cuentas sobre lo que pudo haber hecho mejor para amortiguar los efectos de la pandemia, tanto para tratamientos covidianos como no covidianos.
En otras palabras, cuánto de la caída en vacunación se debe a la inoperancia del modelo de compras de medicamentos que intentó esta administración y no al Covid.
El odiado modelo anterior tenía al año tres emisiones de la llamada Semana Nacional de Salud. Entre otras cosas, como desparasitación y revisiones de nutrición, esas jornadas servían para completar esquemas de niños que por alguna razón se hubieran rezagado en su inmunización. E incluso había un proyecto piloto con la Fundación Slim para implementar una cartilla electrónica de vacunación, que ayudaría a dar mejor seguimiento a los vacunados.
¿Qué va a hacer este gobierno para recuperar la cobertura de vacunación? Porque ya sabemos que no le quieren poner vacunas anti-Covid a los adolescentes, pero ¿tampoco quieren aplicar las vacunas clásicas a los recién nacidos?
Lo que era una buena idea de este gobierno ha terminado en un desastre de abasto