Salvador Camarena: Todo el abuso del poder

Hay quienes critican que AMLO dedique sus energías a la hidalguense porque ve el riesgo de que ésta crezca
Hay quienes critican que AMLO dedique sus energías a la hidalguense porque ve el riesgo de que ésta crezca
Rumbo al 2024.Hay quienes critican que AMLO dedique sus energías a la hidalguense porque ve el riesgo de que ésta crezca
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2023-07-10 |06:54 Hrs.Actualización06:54 Hrs.

No, Andrés Manuel López Obrador no está fuera de sí; no, la irrupción de Xóchitl Gálvez en la carrera presidencial no sacó al tabasqueño de sus casillas, no perdió los cabales, ni está enojado, trastornado o fuera de control.

Y esa es la peor de las noticias. 

El embate de AMLO en contra de la senadora no es fruto de un exabrupto. Es una estrategia fría, calculada para, en efecto, descarrilar a quien podría crecer en las encuestas, que será sostenida, o variará según convenga, cuanto sea necesario en el más reciente capítulo de abuso de esta Presidencia abrasiva.

Porque hoy es contra Xóchitl Gálvez, como en los albores del sexenio fue contra directivos de órganos reguladores, o contra un ministro –de controvertida fama pero sin falta judicial probada–, y como mañana será en contra de quien haga falta para impedir que Morena pierda elecciones.

Hay otra manera de decirlo. Puede ser entretenido ver el espectáculo de tan poderoso Presidente dedicando sus mañaneras a criticar a una legisladora a la que no le reconocen sino folclorismo. Entretenido sólo a condición de nunca olvidar que el jefe del Estado abusa de su poder impenitentemente.

Quienes critican que AMLO dedique sus energías a la hidalguense porque ven en ello el riesgo de que ésta crezca en su peso electoral, un error de cálculo de ese gran genio político que ven en el tabasqueño, deciden quitarle la vista al bosque de lo fundamental.

Vicente Fox traicionó a la democracia cuando decidió influir en la elección de 2006. Ese será el epitafio de su carrera política. Con su ilegal activismo aportó una cuota nada menor a la polarización que lastra a la nación. Fue tan injustificable como las actuales maniobras de AMLO contra la oposición.

López Obrador está decidido a no reparar en ardides si de retener para los suyos el poder se trata. No le importa burlarse de una persona, le da igual desdeñar oficios o formas de ganarse el pan, le tiene sin cuidado mentir flagrantemente desde la mayor tribuna del país. 

Dejen de repetir que Xóchitl ha logrado desquiciar al Presidente. No hay tal. Tenemos un jefe de Estado que lee mejor que nadie la política y que no suele cometer errores. No es infalible, desde luego, pero es a plena conciencia que emprende esta andanada de tan nefandos modos y nula justificación legal.

Y hay dos problemas extra. 

El primero es que estamos apenas en el inicio de la batalla electoral. No atestiguamos para nada lo peor o el extremo al que está decidido el Presidente a llegar si alguien –Xóchitl no está hoy a ese nivel, por supuesto– representara un riesgo para Morena en 2024.

El segundo es que en México hoy los actores que en el pasado podían contener las andanadas de un mandatario o están desactivados o han renunciado a ejercer la presión que en el pasado activaron en no pocas ocasiones.  

Comenzando por el Instituto Nacional Electoral, no hay instituciones que contengan al Presidente. El INE ha sucumbido, sólo que parece que nadie quiere aceptarlo. 

La inclusión de un par de consejeros y consejeras afines al lopezobradorismo ha rendido frutos: el árbitro electoral está dividido, los comités clave desactivados por la vía del bloqueo, y salvo un cambio de actitud de los recién llegados, que no veo por qué ocurriría, el INE no va a levantar la voz contra el Presidente o lo que él disponga. Si permiten sin pronunciarse lo que hace Palacio contra Xóchitl, permitirán prácticamente todo. 

El Presidente no está fuera de control. Al contrario.